Este 10 de Mayo se celebra en México el Día de la Madre. Así que para festejar y conmemorar a mi mamá y a todas aquellas madres luchonas y trabajadoras que tanto tienen que aguantar de los hijos sin que se reconozca su esfuerzo y dedicación, he decidido escribir este artículo.
En lo que piensas qué regalarle a la tuya (espero que no pienses en una plancha o una licuadora) o a qué lugar llevarla a celebrar, te dejo 10 cosas invaluables que aprendí de mi mamá:
1. Los hombres y las mujeres somos iguales.
Creo que esta es una de las enseñanzas más grandes que pudo haberme dado como hombre. Siempre me recordaba que hay que respetar a las mujeres bajo cualquier circunstancia y desde entonces trato de hacerlo. Tanto, que a veces no puedo ni hacer comentarios con mis amigos como: “viste qué buenas @#¢$%?” por sentir que estoy faltándole al respeto a la mujer que acaba de pasar frente a nosotros. “A veces”, dije, tampoco soy inmune jeje.
Llámenlo feminismo o como quieran pero mi mamá generó un ambiente en mi casa donde su voz y autoridad tienen el mismo peso que la de mi papá y él participa también en ciertas labores de la casa, cuando es necesario. Además, siempre le ha dado su lugar a mi hermana y promovido que se le trate igual, que se le den los mismos derechos o permisos y que nunca haya tenido que “atender a sus hermanos”, como sigue pasando en muchas familias mexicanas. ¡Lo peor es que ese machismo es a veces promovido por la misma mamá!
2. Ser independiente y valerme por mi mismo.
Cuando estaba chiquito, recuerdo que yo salía del maternal o del kinder más temprano que mis hermanos. Ese momento del día era el que mi mamá aprovechaba para hacer la comida. Como yo siempre quería ayudarle y ella siempre estaba interesada en alimentar mi curiosidad y ganas de aprender, me compró unos utensilios miniatura. Así, le ayudaba casi todos los días a cocinar, a cortar las verduras con un cuchillo pequeño sobre mi propia tabla de corte a mi medida.
De esta forma me enseñó a cocinar, a barrer, a trapear (también con mi escoba y trapeador mini), a planchar, a lavar la ropa, a hacer el jardín, cosas que desde entonces puedo hacer sin problema y me han servido muchísimo desde que vivo solo. El prepararnos para todo esto y enseñarnos a salir adelante por nosotros mismos en caso de que uno de ellos faltara, fue una decisión consciente que tomó después de algunos “sustitos” de salud que tuvo cuando estábamos pequeños.
3. Amar incondicionalmente.
El amor de mamá se reduce a esto. A darlo todo por los demás y no esperar nada a cambio. Tanto, que muchas veces llegan a sacrificar, dejar de lado o aplazar sus sueños por no querer impedir ni obstaculizar que otros tengan la posibilidad de lograr los suyos.
Hay que admirarles todo esto, pero también motivarlas y apoyarlas cuando quieran hacer algo por y para ellas mismas. Ponernos en su lugar y ser ahora nosotros los que tratemos de abrirles camino y no ser obstáculo para que puedan lograrlo. Lo más probable es que si lo dejó de lado, fue por ti. No lo des por sentado, …che hijo malagradecido.
4. Preocuparse por el desvalido.
Esta tiene muchísimo que ver con la anterior y tal vez sea una cualidad de todas las mamás, de esas cosas que aparecen por arte de magia al convertirse en madres. No sé si tenga que ver con el instinto maternal de cuidar y proteger a sus bebés pero tienen una capacidad y un corazón enorme para preocuparse siempre por el desvalido, por el que menos tiene, por el que aparentemente tiene más posibilidades de perder. También incluye el no quedarse callado y alzar la voz cuando ves que se está cometiendo alguna injusticia.
Esto también tiene su lado exagerado, no crean que no. Cuando estás viendo un programa de televisión, digamos un reality show, y tu mamá siempre le va al que sabes que no va a pasar de los primeros eliminados. Si mamá, es el que tiene todas las de perder o el underdog de la historia, pero es un truco para enganchar con tu lado emocional, al final ni va a ganar. O qué me dicen cuando viendo una película pregunta qué pasó con algún personaje. ¿Te refieres al “extra” que salió sólo 2 minutos?
5. Gozar de mi libertad, siendo responsable.
Siendo el menor de tres hermanos, creo que me tocó lo más fácil en cuanto a permisos y libertad de hacer lo que quisiera. Mientras fuera responsable y cumpliera con mis obligaciones, podía planear lo que fuera con mis amigos (claro, dentro de lo razonable). Creo que mis papás generaron un ambiente para que fuera completamente honesto con ellos y no tuviera que mentirles para obtener un permiso. De hecho, siempre sentí que se trataba más de avisar y dar algunos detalles del lugar y hora de llegada, que pedir permiso.
Les doy el crédito, pero también hay una circunstancia que estaba totalmente a mi favor jajaja, ser el hijo más chico. Como ya era el último, creo que ya no tenían muchas ganas de discutir o ponerse difíciles. Además de que éramos bien portados y pocas veces les dimos problemas. Así fue como me empezaron a prestar el carro más seguido: “está cerca la casa de tus amigos, llévate el carro. Nos da poquita flojera llevarte”.
6. Aprender investigando y razonando, no memorizando.
En un artículo anterior (que recomiendo que leas) mencionaba cómo mi papá nos recordaba siempre el preguntar todo en la escuela y no quedarnos con la duda de nada. Pues mi mamá complementa perfectamente esta parte. Recuerdo que siempre que le surgía alguna duda de cualquier cosa, iba al librero, sacaba el diccionario, la enciclopedia o un libro y lo investigaba. Esa habilidad nos la transmitió también a nosotros cuando nos ayudaba a hacer la tarea.
Otra cosa que no tengo por seguro si se debe a mi personalidad o viene de esto (que es lo que quiero creer) es que hasta la fecha, a la hora de estudiar, trato de razonar el problema y entender cómo funciona lo que se me plantea en lugar de sólo memorizarlo. No por nada soy ahora una “pistola” para investigar lo que sea en internet.
7. Ejercitar mi creatividad.
Creo que esta es una de las cosas que despertaron mi lado artístico y me llevaron a estudiar una carrera creativa. Mi mamá nunca nos apagó ese lado creativo y al contrario, siempre nos echó porras para que lo ejercitáramos. En la casa, en un librero, tenemos todavía unas “puertitas” (así les llamamos) donde están guardados todos los artículos de papelería: las famosas láminas (¿todavía existen?), papeles de todos tipos y colores, cartulinas, plumones, crayolas, pinturas, plastilina, en fin, todo lo que sobrara de cualquier proyecto escolar y pudiera utilizarse después en otro.
Piensa en esas “puertitas” como la bolsa de Mary Poppins, de donde sale cualquier cosa que se te ocurra y se requiera en ese momento. Y no saben las vueltas de última hora que se ahorraba a la papelería, porque como buenos niños, esperábamos hasta el último momento para decirle: “mamá, mañana me pidieron llevar una maqueta a la escuela”.
8. Expresar mis emociones.
Algo que agradezco y valoro de la educación que recibí, es que nunca se me trató de reprimir cuando quería expresar mis sentimientos. Si lloraba o decía que me sentía mal por algo, nunca se me dijo que estaba mal hacerlo o que “un hombre no debe llorar”. Y vaya que tuve una etapa en la que lloraba si mi mamá no llegaba temprano a la escuela por mi, la cual al poco tiempo se me quitó.
Cosas como estas ayudaron a forjar mi inteligencia emocional. Creo que es muy necesario no sólo el “dejarse sentir”, sino también el enfrentar lo que sientes, conocer el por qué lo sientes y aprender a canalizarlo mejor. En muchas familias sé que eso no sucede y se les impide a los niños, sobre todo hombres, que exploren su lado emocional. Claro, a mi mamá, como a todas, también le llegaba el punto de hartarse y decir que ya estuvo. Y cuidadito y siguieras haciendo berrinche…
9. Perseverancia.
Mi mamá se casó muy joven. En aquel entonces decidió ser ama de casa y dedicarse a su familia. Un trabajo tan arduo, que es digno de admirar a cualquier señora que decida hacer eso de su vida. Pero mi mamá, aunque tal vez en un inicio era su plan, decidió que eso no la iba a detener para lograr muchas cosas más. Sin descuidar ese aspecto, se lanzó a lograr sus propios objetivos de forma paralela.
Es así como terminó de estudiar mientras íbamos en primaria. Más adelante ingresó en la universidad para estudiar Ciencias de la Educación, con especialidad en Psicopedagogía (léase en otros puntos cómo ya mostraba cierto perfil para eso). Después vinieron diplomados, luego la maestría. El año pasado otra maestría y doctorado, ¡al mismo tiempo! Quizá porque no sacamos ese lado tan estudioso, a veces le decimos que ya le pare, que se le va a quemar el cerebro de trabajarlo tanto. Pero, si es lo que quiere y lo que le gusta, quiénes somos nosotros para oponernos, ¿verdad?. (Léase punto No. 3)
10. Enfrentar los retos que te pone la vida.
Para cerrar con broche de oro, quise dejar la más importante al final. Creo que muchas mamás son un ejemplo a seguir y muchas logran superar los momentos difíciles que se les presentan. Y no es por presumir, pero la mía no se queda nada atrás.
Estando embarazada de mi, a raíz de aquellos “sustitos” de salud que mencioné antes, se presentaron situaciones adversas que ponían en peligro tanto su vida como la mía. Mis papás tuvieron que tomar decisiones muy difíciles en conjunto, pero mi mamá, pudiendo haber sido la principal afectada, no dejó que su vida estuviera sobre la mía. Gracias a esta decisión es que estoy yo aquí ahora. Un acto digno de una madre, si has seguido la lectura hasta ahora.
Este es sólo uno de los muchos ejemplos que se le han presentado a lo largo de los años. Lo que tanto admiro de mi mamá es su fuerza, su fortaleza, su enorme capacidad para enfrentar lo que venga y salir adelante. Y nunca va a permitirse adoptar una posición de víctima ni mucho menos. Es más, de sólo mencionarle esto va a decir que así es la vida y hay que tomar lo que venga con optimismo, que hay cosas mucho más difíciles.
La enseñanza en la que esto se traduce es que en la casa, la mayoría de los problemas son mínimos. La mayoría de ellos tienen solución y pueden resolverse. También hay que aceptar cuando algo no está en nuestras manos y no podemos controlar directamente el resultado. Lo que sí podemos hacer, es aprender a anticiparlo, a enfrentarlo y dejar, o no, que nos afecte.
¡Muchas gracias, mamá por todas estas enseñanzas y muchas otras cosas que a veces damos por sentado!
¡Te quiero!
Cover photo by Valeria Zoncoll on Unsplash.